Es evidente que el tamaño de los barcos fluviales no permite ofrecer grandes alternativas de ocio y esparcimiento, pero ello no significa ni que los cruceros fluviales sean aburridos ni que sean algo exclusivamente orientado a jubilados. De hecho, los nuevos barcos fluviales que se están lanzando al mercado cuentan con una decoración moderna e instalaciones de lujo para atraer a pasajeros cada vez más jovenes y activos.
No obstante, el barco en un crucero fluvial tiene mucho menos protagonismo que en los cruceros marítimos. En este caso el barco es un mero hotel flotante, que nos proporciona un comodo lugar donde dormir, un restaurante y algunas opciones de ocio y entretenimiento, pero la mayor parte de nuestro tiempo lo pasaremos visitando el destino o contemplando el paisaje al pasar.
En un crucero fluvial, las horas de navegación se pasan en la cubierta exterior, disfrutando del paisaje mientras tomas el sol, conversas, juegas, o tomas algo. Es realmente relajante ver pasar distintos pueblos, largas zonas de vegetación y naturaleza, o impresionantes viñedos en bancales como los que se pueden ver en el Duero.
Una vez en el destino, el barco atraca en el centro de la ciudad, no hay largos paseos para salir de la zona portuaria ni autobuses lanzadera, salvo que la excursión de la naviera requiera utilizar un autobús. En ocasiones hacer la excursión es imprescindible, pues el barco hace escala en un pueblo para dejar a los pasajeros y continua navegando hasta otro punto del rio donde los recogerá tras la excursión.
Pero calma, las excursiones en los cruceros fluviales están incluidas en muchos casos, y las que se ofrecen como opcionales suelen estár en torno a los 40€.
Un día típico en un crucero fluvial sería levantarse y desayunar en el restaurante, bajar y hacer una excursión o explorar por nuestra cuenta el destino y volver al barco para comer. A primera hora de la tarde, dando tiempo a los que hayan decidido comer en tierra, el barco inciará la navegación, lo que nos permitirá relajarnos en cubierta disfrutando del paisaje. Si el tiempo no acompaña o si preferimos el fresco del aire acondicionado en los días de calor, usaremos el salón panorámico como refugio. Pasada la tarde nos preparamos para la cena. Hay compañías con horario fijo de cena y otras con turno abierto. Tras ello, en el salón panorámico hay dias que se organiza algún juego o pequeño show y otros en los que hay sesión baile-discoteca. Si el barco va a pasar la noche en puerto, podemos aprovechar para explorar la ciudad de noche. Algunas ciudades, conscientes de ello, tienen sorpresas para los turistas, como el fabuloso espectáculo multimedia sobre la fachada de la catedral de Rouen, en el Sena.
En resumen, un crucero fluvial es más tranquilo que un crucero marítimo, posiblemente más cultural y paisajistico, menos apropiado para niños (no suele haber siquiera cabinas triples o cuadruples), pero sobre todo, más inmersivo en los destinos.